Lo menos que se puede decir de LA EMOCIÓN DEL BESO de CARMEN GUÍU es
que es un libro original, diría yo "originalísimo", una verdadera
caja de Pandora, que una vez abierta expande todo tipo de contenidos e
interpretaciones. Por lo pronto, seis prólogos a falta de uno y sin
contar el brevísimo de la autora: "Mis poemas no son mis
sentimientos. No soy yo, sois VOSOTROS", un vosotros generoso escrito
con mayúsculas y en cuerpo 36. Por si quedaran dudas que somos
nosotros los destinatarios de ese amplio "vosotros". Cada uno de
los poemas está dedicado a alguien, no precisamente con nombre propio,
sino que pueden ser "A los que transitan por la Universidad", "A
los niños soldados de África o Hispanoamérica, "A las personas
mayores que viajan en grupo" y en una dedicatoria donde me comprenden
las generales de la ley: "A los escritores de la Asociación
Aragonesa de Escritores".
La originalidad de La emoción del beso es que estamos frente a un libro donde se conjugan ensoñaciones románticas y entregas tumultuosas, en una alternancia donde además se juega con la ambigüedad de las interpretaciones.
Dividido por generaciones -infantil, adolescente, adulta y anciana- los poemas nos van ofreciendo variantes de ese inocente beso inicial entre niños, para culminar en los más desgarradores de la vejez, cuando la abuela es ingresada en una residencia y se siente abandonada, o cuando la poeta exclama y repite: "Soy tan.. tan vieja".
Para colmo, al final, Carmen nos propone un cuestionario y guía de lectura sobre una buena parte de los poemas. La autora nos examina para saber si hemos leído bien, aunque a veces nos sorprenda (¡una vez más!), interrogándonos sobre lo que es la Gramática Generativa del Amor.
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