ISÓTOPOS ACTIVOS
Ya nadie quería recitar en el muro,
muro habitado sólo ya
por los restos del mundo deshabitado.
Coreaban canciones viejas
de los viejos genios del Islam
y caían las palabras como los cristales
de los bancos apedreados
entre las ruinas del antiguo palacio.
Entre murallas esculpidas
en la piedra de los desheredados
de los que no esperan nada,
de los que esperan siempre
entre las piedras dormidas.
Con los corazones aplastados
continuamente por adoquines,
no hay techo, ni almohada, ni lámpara
sólo queda la vida.
Se mueren sin nombre, son tantos
como las babosas o los perros
y resucitarán, creen, convertidos
en dragones y halcones.
A sus pies pasarán sus amigos
convertidos en reyes y princesas
y desde un caballo negro
azotarán con un látigo a la vida,
la encarcelarán por embaucadora
y se comerán su carne despellejada
como ya lo hicieron antes.
DIARIO CORTO DE UN MONO ASESINO
Si no mueres con mi daga
moriremos en medio del incendio
sepultados todos por toneladas de culpa.
SÓLO LLUVIA
Mis besos se abren paso
entre vendedores de periódicos,
entre la falsa moneda que se acuña
en el fondo de los océanos.
Tu vientre se abre paso
en mi vientre inerte
entre los perdidos caminos
donde se abandona la soledad,
donde busco esos días
que testifiquen que estoy vivo.
En un mundo que fallece
lleno de caudillos de torso negro
que clavan su sexo
en jovencitas descuartizadas,
que arrastran sus senos
entre colinas encharcadas de silencio.
Solo entre amigos eternos
que trafican con la brisa tibia,
siento que soy lluvia
en el final de un instante.
A MAURICIO AZNAR, EN EL RECUERDO
Cómo soñar, cómo imaginar
sólo con la pluma desnuda
o con la púa en el desierto devastado
sin caer en el delirio.
Cómo soñar si tus dedos y boca
ya no desafían a la dulce melodía,
si tu voz de ciudadano del mundo
no puede cantar en libertad.
Ya la muerte se filtró
entre los hilos de tu guitarra
haciendo jirones tu figura
de torso fuerte y huesos cálidos.
Mientras los gusanos esperan
reinar en tu dormitorio de losa fría
o entre las comisuras de tus labios ya quietos,
donde el aire martillea en andanadas
el edificio oscuro de la vida,
en un incipiente mar ahogado en ceniza.
VOSOTROS
A Miguel Labordeta
Abandonad las antiguas palabras ya dichas,
las frases que por repetidas contienen sólo hedor
y que no dejan que los sueños se oigan.
Permitid que la melancólica primavera
entre como el agua en los arrozales.
Incendiad los senos sólo con los ojos abrasados,
dejad los trajes viejos en el armario
y abandonadlo todo,
como se abandonan los pensamientos
y las calaveras en los camposantos.
Pisad los harapos del desconsolado hombre sin fe
que sólo aspira a la caricia de su sombra.
Restituid el viento, la alegría, la luz,
el cuenco vacío, la solidaridad, la armonía.
Que se cumplan las profecías destruidas
por el huracán infame que arrebata
los escondidos tesoros de la niñez
y si no, destruiros en el olvido
como ayer se destruyeron nuestros sueños.
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