Encuentro con la poesía de Manuel Martínez Forega
Uno de los cometidos de esta Asociación Literaria es difundir la obra de poetas nacidos o residentes en nuestra tierra. El pasado miércoles 16 de noviembre pudimos contribuir a esta labor con el homenaje dedicado a Manuel Martínez Forega.
El acto comenzó con la presentación por parte de nuestra presidenta, Amparo Sanz Abenia, que dio la bienvenida y agradecimiento a todos los asistentes, entre ellos los poetas Mª José Castejón, Reyes Guillén, Rafael Luna, Trinidad Ruíz Marcellán, Fernando Sarría, David Ubico, Miguel Ángel Yusta, y José Luis Corral, presidente de la Asociación Aragonesa de Escritores, que luego pudieron contribuir con su voz recitando algunos versos de Manuel.
Seguidamente, el poeta Ángel Sobreviela leyó una pequeña (pero preparada con un gran esmero) biobibliografía del homenajeado, en la que quedó patente la importante, variada y extensa obra de Manuel, al que definió no sólo como un excelente poeta sino como un gran ensayista, un destacado crítico y una persona cuyas cualidades humanas es necesario mencionar. Todos aquellos que lo conocemos sabemos bien de su amabilidad, su carácter generoso, su simpatía y esa peculiar forma de reír, esa carcajada abierta y sincera que lo caracteriza. La intervención de Sobreviela también sirvió de preámbulo a los poemas que iban a recitarse en somera pero ilustrativa antología, ya que contextualizó los mismos dentro de cada libro del autor, al tiempo que reseñaba brevemente cada uno de dichos libros, resaltando algunos aspectos de los poemas, para llamar la atención del público sobre esos detalles.
Tras las palabras de Ángel, los poetas Carmen Aliaga, Carmen Guíu Tobías, Amparo Sanz, David Ubico y el rapsoda Luis Trébol, todos ellos miembros de la Asociación Literaria Rey Fernando, pasaron a la lectura de los versos de M. Forega, que escuchaba atento y emocionado desde el otro lado del escenario.
Y como tantas otras veces, la otra protagonista indudable fue la música. Nuestro habitual colaborador, Jonathan Sánchez, demostraba de nuevo su maestría sobre el piano, creando un invisible velo con el que las palabras rozaban, resultando, si cabe, mucho más hermosas.
Por otra parte, Luigi Maráez y Âlime Hüma, junto a su guitarra y esos largos dedos deslizándose sobre las teclas del piano respectivamente, como dos grandes prestidigitadores, sacaron de su negra y vistosa chistera ese pájaro mágico que nos transportaba al no Mundo, a esa otra dimensión, afortunadamente indescifrable para el ojo humano, en que la vida cobra doblemente sentido.
No puedo terminar esta reseña sin resaltar y agradecer las acrobacias audiovisuales preparadas por Chema Sanz que, como un experto saltimbanqui, nos hizo participar en ese maravilloso espectáculo de imágenes, luces y sonidos, realizado además con un sentido del humor que hacía brotar largos aplausos y sonrisas, expresiones de afecto y admiración que, de alguna manera, quedaron resonando para siempre bajo el gran telón.
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