DOS LADOS DE LA BALANZA
Hoy uso la balanza.
En un plato coloco: la savia de la infancia
cuando aún no había dado la espalda (todavía miraba de frente)
ni empezado a morderme las uñas,
el hallazgo de las raíces y el camino sinuoso de las metas,
el dulce engendro de mi vientre
y la vida sellada en las vísceras.
En el otro plato
la sal de las lágrimas que queman,
las cicatrices
que envolvió la derrota,
lo que erró el desamor al cabo de los días,
las culpas egoístas, la ilusión desgastada,
lo que perdura de la ira o de la espera truncada.
Me quiero engañar
e inclino la balanza en el lado del júbilo
poniendo pesas de sonrisas y frases inventadas,
la frágil esperanza de lo que queda.
No hace falta,
ese desequilibrio es solo la tristeza de lo no vivido, son los espejos que nos devuelven
el perdón de los muertos y el secreto oculto.
Es el recelo del dolor como final.
***
SUCEDIÓ
Con timidez tomó la invitación a aquel café caliente,
él que llevaba la gripe en sus poros,
y en los zapatos la suela
desgastada de su fortuna.
Le ofrecieron un dulce al mismo tiempo
y eligió el más barato.
Acostumbrado a la nada eso era
todo su calor hasta la fila del refugio.
VIVIR SIN POESÍA
No puedo pasar sin ti
sin el grosor de cada letra,
sin tintura en la piel
y el calor que corona mi garganta,
Me agrieta el silencio de mis manos frías
cuando rastrean bajo la nieve
con la desnudez del miedo.
Dime que volverás aunque el camino
se recubra de espino y llague las pisadas del regreso.
Me acostumbré a tu aroma de espliego,
a esa cumbre que izaba el corazón
al musgo que escondía su secreto.
Puedes viajar y urdir de soledad mi pensamiento
si retornas con música de viola afinada
y el cortejo de los pájaros en compañía.
Cuando te vas la tierra se oscurece
cubriendo de negrura las solitarias calles,
los transeúntes perdidos
rotos los faros que sostienen la luz-
Sucumbo a tu presencia, a ese gesto
que eleva la grúa al infinito
y construye por fuera del espacio
donde sólo llega el alma que arde,
el corazón que guarda las ventanas
por donde asoma cada gota de sangre vivida,
las casas hechas de pasado,
las camas olvidadas
y ese licor de miel que degustamos juntas.
SI VOLVIERA
Si volviera a nacer elegiría la espera de tu abrazo,
aunque la vida te cruzase por delante las manos de lado a lado
para no llegar a tu pecho.
Si te viera de nuevo crecer te mediría palmo a palmo
orgullosa de que mis dedos no lograsen alcanzarte.
Si te viera alejarte para siempre guardaría mi afecto revestido en narcisos
por si un día volviese la raíz extraviada.
Si tuviera que guardar la palabra para no herir la tuya
se helaría mi lengua como una estalactita.
Si tuviera que morir de tristeza, moriría porque fueras feliz para siempre.
UN INSTANTE DE LUZ
La luz… esa luz,
el rayo que penetra en soledad
convirtiendo pavesas en chispazo de leños,
ese corazón que se extiende
para regarnos la garganta que guarda la palabra,
ese cerebro que habla
para poner pasión encima de los dogmas.
La luz…esa luz,
cómo viene en mil velas encendidas
para enseñarnos la recta feliz,
cómo se adentra por los ojos para alumbrar el vientre,
cómo hace ese segundo eterno y huye
dejando los sentidos huérfanos,
y un paquete de estrellas desvalidas en tierra.
La luz se va y buscamos a oscuras,
abriendo bruscamente la puerta por si ha quedado un punto,
la luz, ese apoyo al andar,
un andamiaje de ilusión, instante de eternidad,
sólo eso para la ceguera.
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