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Susana Maroto Terrer


Lágrimas de plata


Temblorosa misantropía y orgullo rebelde
mortíferas tinieblas son para el corazón,
oscuras caricias de negras intuiciones.

Tú, abrasivo compás que me duele.
Yo, melodía invisible que te quiere.
Una batalla de inocentes bocas
celebra el triunfo de los corazones.

Con un suspiro resucitamos la luz del alma,
el desnudo abrazo de locuras azules,
el tango que vuela en nuestra piel,
el aliento de esperanzas infinitas
y el origen de dos nuevos héroes.

Nuestra biblioteca de besos susurra,
a gritos, un amor húmedo
en el silencio del ancho mundo.
Entre lágrimas baila el amor,
lágrimas de dicha o aflicción.
Lágrimas de plata.


***
Mi única eternidad



Jamás imaginé tan bello despertar:
las alas de tus tristes ojos, lentas,
echan a volar hacia el amanecer
que nos clava su tierno sol en las retinas.

El río de tu mirada inunda
el flujo sanguíneo de mi cuerpo.
Mis labios susurran un beso de cisne a los tuyos,
suaves lunas húmedas en el reflejo del río.

Tu voz grave y sensual toca mi feminidad
y mis dedos viajan sobre tu piel
danzando la sinfonía de su fresco olor.

Mi boca bebe la sed de tu boca,
tus manos tocan la incorporeidad
de mi cuerpo, virgen e inmortal.
Mis ojos se pierden en la infinitud de los tuyos,
y entonces sé que será para siempre…



***


Vientre de primaveras




Danzan mariposas de ilusión en este vientre de primaveras.
Y en este vientre de primaveras susurra el amante ruiseñor
y vuelan los cadentes murmullos de tu comprensión
y navegan respetuosas caricias entre almendras
y juegan los besos a humedecer la pasión.
En este vientre de primaveras.

Pero…
Yazco, yazgo, yago en el elevado fondo de mis expectativas,
sobre el acantilado erosionado por la inocencia de mis olas medrosas.
Y gélidos quebrantos quiebran mi rumbo,
y entorpecen mi paso, mi seguridad.
Y quisiera salir volando como triste humo,
gritar mi locura condensada, que roce la brisa
y asustar a los locos del mundo.


***

Zozobra



Invades mi nostalgia con tus risas.
Sola.
Bebes mis lágrimas en silencio.
Sola.
Te comes mi virginidad dolorosa.
Sola.
Te duele ser yo, a veces. Otras te cuesta.
Sola.
Cierras los ojos a mi sensibilidad irreal.
Sola.
Ocupas el lugar de los amigos que no tengo.
Sola.
Pero sé que siempre estarás ahí.
(Vacía).


***


Sexo


No.
Siempre no.
Casi siempre no.
Siempre que besas mi frustración de mujer
con labios violentos de hambre,
y me muerdes y hieres mi mente clara
y se vuelve negra mente.
No.
Entonces mi pubis se enreda en pensamientos fatídicos,
se me encoge la vagina y se torna paraje inexplorable
y de nada sirven caricias, abrazos o dulces susurros.
La piel que me habita crece dentro de mí
y asesina a mi identidad con un tiro inequívoco.
El remolino de rebeldes paranoias es un laberinto
extinto de sexo, de amor, de alegría.
Ya no soy mujer, ni siquiera niña. Tampoco animal.
No soy nadie, no soy nada.
Ni piel ni alma.


***

Exilio sexual


Amanecen nuevos días de una aparente libertad,
falsa e irreal como la tolerancia nazi.
¿No importa si se es homo o hetero o bi;
importa el lenguaje de las manos de fuego,
del corazón de sangre envenenado,
de las miradas que penetran las entrañas,
de los cuerpos antianimales, extáticos y místicos?
No.
No importa.
Importa el miedo, el qué dirán, las apariencias,
la rebelión de las masas.
Recrea tu jodida superioridad cuanto puedas,
porque dentro de ti se alza el emblema de la necesidad de amor,
y nunca sabes cuándo un levantamiento ensalzará la bandera del arcoiris.





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